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martes, 14 de mayo de 2013

Cruje el capitalismo, coletazo del neoliberalismo

José Ramos Bosmediano
Educador, miembro de la Red SEPA (Canadá), ex Secretario General del SUTEP (Perú)

Como para ocultar la lucha de clases como fenómeno económico-social e histórico, los defensores del capitalismo pretenden presentar a los que protestan en casi todo el mundo como simples revoltosos, violentistas y hasta terroristas.  En todos los países donde las condiciones sociales empujan a las masas oprimidas a la protesta, los gobiernos capitalistas no hacen más que presentar su fuerza de choque, la coraza armada del Estado que defiende el sistema de explotación de la burguesía internacional.


Del "Tercer Mundo" al "Primer Mundo"
Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) el escenario central de las grandes protestas y luchas del proletariado, de las masas campesinas e indígenas, de los estudiantes y maestros fue, incluso con revoluciones triunfantes, en unos casos, y derrotadas en otros, el conjunto de los países del denominado Tercer Mundo o países dominados por el capitalismo de Europa Occidental y los Estados Unidos.

Los movimientos de liberación nacional y la lucha revolucionaria de inspiración socialista constituyeron las máximas expresiones de esa lucha de clases a nivel mundial contra el dominio imperialista en África, Asia y América Latina y El Caribe.

En África, los colonialistas, desde antes de la Segunda Guerra Mundial, se vieron obligados a aceptar la independencia de esos países mientras no ponían en peligro la presencia de sus capitales que saquearon ese continente desde el siglo XV hasta convertirlo en un escenario de pobreza extrema.

En Asia, el capitalismo debió enfrentar a la revolución china triunfante, cuyo proceso que duró más de 30 años se ha convertido hoy en el punto de referencia del poder mundial en los campos de las finanzas, del desarrollo industrial y del equilibrio militar bajo la jefatura del Partido Comunista Chino (PCCh).  Japón, con la incursión capitalista del siglo XIX y luego con el apoyo del capitalismo estadounidense luego de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en otra potencia imperialista, pivote de aquel.  El mismo papel, aunque con menos fuerza, están cumpliendo Corea del Norte y el enclave de Taiwán, a donde huyó el derrotado ejército de Chang Kai-shek luego de su derrota por el ejército rojo del PCCh dirigido por Mao Tse-tung. La lucha revolucionaria de Vietnam debilitó mucho más la dominación imperialista en Asia.  En las últimas décadas, la división del mundo árabe ha contribuido con la incursión armada de los países imperialistas, incluida la de Europa occidental, a través de la OTAN y con la complicidad de la ONU, cuya permisibilidad la ha convertido en una organización que solo sirve para proclamar la paz permitiendo, en los hechos, la conquista armada a los países que no se avienen con los intereses de los capitalistas, explotación de la riqueza petrolera de por medio y fortalecimiento geopolítico de su dominio mundial.

Después del triunfo de la revolución cubana (1953-1959), en numerosos países latinoamericanos y caribeños la lucha por la independencia nacional se expresó en sendas epopeyas revolucionarias: Guatemala, El Salvador, Colombia, Venezuela, Uruguay, Perú, Brasil, principalmente, poniendo en peligro el dominio imperialista de Estados Unidos al sur del Río Bravo (cerca de la frontera México-Estados Unidos).  John Kennedy, gran estratega imperialista, ideó la Alianza para el Progreso y lanzó el programa desarrollista para contener las luchas liberadoras en América Latina, abriendo la posibilidad de promover en nuestros países ciertas reformas  que, a través de reformas agrarias y cambios en las relaciones de poder burguesas, se construyan estados modernos que neutralicen la lucha de clases en asenso peligroso para sus intereses.  La CEPAL, qué duda cabe, cumplió un papel importante en la promoción del desarrollismo y la sustitución de importaciones, muy funcional para la política de "seguridad y desarrollo" ideado por el gobierno de John Kennedy.

La crisis del desarrollismo de los años 70-80 del siglo XX en América Latina y del Estado del Bienestar en Europa, llevó a los países capitalistas a imponer el modelo neoliberal, primero en Inglaterra y Estados Unidos y luego en los demás países del mundo subdesarrollado bajo su dominio, siendo los países de América Latina donde con mayor fuerza se impusieron  el capitalismo de las privatizaciones generalizadas y la desregulación laboral.  Los países capitalistas más desarrollados de Europa siguieron manteniendo sus servicios sociales de educación, salud, cultura  y seguridad social sin mayores alteraciones, al tiempo que el consumismo de los Estados Unidos seguía su ritmo hasta estallar en el 2008. El "bienestar" del Norte se podía mantener en la medida en que el saqueo de las economías dominadas, especialmente con la explotación de las materias primas, la mano de obra barata y la succión permanente de la caja fiscal vía el pago de la impagable deuda externa, era impunemente permitida por los gobiernos al servicio de las transnacionales, tal como fueron los gobiernos peruanos desde la segunda mitad de los años 80 del siglo XX, por lo menos.

Hoy ha llegado a Europa y a los Estados Unidos, principalmente, el fantasma de la pobreza, la desocupación y, desde luego, la protesta, como expresiones de lucha contra los "ajustes estructurales" del capitalismo neoliberal que desde más de dos décadas ha venido aplicando en nuestros países.  Grecia, Portugal y España, los "eslabones más débiles" de la "Europa desarrollada, sufren los efectos de la medicina neoliberal que  están aplicando a nosotros los países dominados. 

El gobierno de Obama se ha visto obligado  a implorar a sus contendores republicanos una ayudita para no salvar a su país de la insolvencia total y seguir viviendo de su base monetaria con valor, todavía, universal para las transacciones internacionales y hasta nacionales.

En Inglaterra los oprimidos, en pleno Londres, encuentran buenos motivos en la prepotencia del régimen policial de Su Majestad (asesinato de un joven taxista, sábado 7 de agosto 2011)  para protestar y saquear, demostrando que el hambre y la opresión sí pueden actuar como chispa para una eventual generalización de la violencia popular.

En la España, también de Su Majestad, los "indignados" resisten al programa de los "socialistas" neoliberales que han aceptado las imposiciones del Banco Mundial y de la Unión Europea, calco y copia del neoliberalismo y su globalización empobrecedora.

Noruega, que también adora a Su Majestad, no sabe cómo explicarse el crecimiento de una derecha fascista y el asesinato masivo de socialdemócratas que vienen cediendo, poquito a poco por hoy, a la presión de las transnacionales, creando un descontento inicial en las masas populares, aprovechado por el llamado Partido del Progreso, cuyo militante, Anders Behring Breivik, demostró con sus asesinatos del 22 de julio del 2011 cómo las clases dominantes más reaccionarias seguirán defendiendo sus privilegios eventualmente velados por el Estado del Bienestar.

Le ha llegado, pues, al "mundo desarrollado", la hora de beber de su propia medicina.  Las contradicciones del capitalismo extienden sus efectos a lugares donde, antaño, los ciudadanos consideraban que su situación era muy estable.  Sin ir muy lejos, la burguesía chilena, ensoberbecida por su "desarrollo", debe enfrentar las iras de los sectores estudiantiles, es decir, de la juventud que, por el conocimiento de los problemas de su país, ve más allá que los ojos de quienes gobiernan mirando solamente la cantidad de ganancias para sus bolsillos.

Los coletazos del neoliberalismo
No es extraño en la historia que los sistemas en crisis que  los eventuales administradores de esta sigan creyendo que su mundo no concluirá jamás.  Los luises de Francia, desde un siglo antes del estallido de la Revolución de 1789, no creyeron que su opulencia corría peligro ante el avance del descontento de campesinos y obreros y la advertencia de los hombres más  ilustrados de su tiempo.  Ni los últimos emperadores romanos pudieron prever el alcance de las rebeliones de sus esclavos que debilitaron al imperio hasta incapacitarlo para enfrentar a  los invasores "bárbaros". 

El neoliberalismo actual, pese a su crisis, persiste en seguir manteniendo el sistema de dominación que tambalea, la mayor concentración monopólica del capital y su persistencia en continuar invadiendo países.

Hasta la reacción nacionalista de algunos de los países latinoamericanos es, para los imperialistas, un atentado contra las leyes del mercado.  Ni las advertencias de Joseph Stiglitz, otrora servidor del neoliberalismo desde el Banco Mundial, merecen ser atendidas por el Departamento de Estado de los Estados Unidos.

El capitalismo neoliberal está dando sus coletazos para seguir viviendo, no importa que los propios ciudadanos de los países más desarrollados se vean cada vez más marginados de la abundancia consumista de la clase dominante. 

Los que apoyaron a todas las fuerzas de la derecha en el Perú durante los procesos electorales  del 10 de abril y del 5 de julio del 2011 pretenden hoy que el neoliberalismo no sea tocado en ninguno de sus elementos.  Después, si el gobierno de Ollanta Humala se ve impedido de cumplir con su programa de reformas bajo la presión de los neoliberales y las masas oprimidas del Perú se levantan a la lucha, estos mismos opositores culparán a aquel de todas las protestas que podrían estallar. 

Lima, agosto 7 del 2011
 

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