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martes, 7 de mayo de 2013

Carlos Rojas Galarza: Homenaje a Horacio y a Pepe Ramos.

Homenaje a Horacio y a Pepe Ramos.


Justificación. En la fecha del 07 de marzo de 1990 (hace 23 años) se publicó en la página editorial del desaparecido diario de izquierda LA VOZ, -de gran circulación nacional en aquel entonces- un artículo que escribí sobre el sexto aniversario de la muerte inmortal  de Horacio Zeballos Gámez.  En julio de ese mismo año, con ocasión del Día del Maestro, el compañero recientemente  fallecido, José Ramos Bosmediano, quien era Secretario General del SUTEP, me consultó la publicación del mencionado artículo en un boletín especial que se estaba preparando a nivel del CEN. La gentileza del compañero Pepe hizo que efectivamente se publicara lo que a  continuación reproduzco, ahora, como un homenaje tanto a Horacio como a Pepe, grandes maestros, que viven eternamente en nuestros y los corazones del pueblo.
 
CRG


 
HORACIO ZEBALLOS: A LOS SEIS AÑOS DE SU  DESAPARICIÓN
 
Por Carlos Rojas Galarza
 
El 20 de marzo de 1942 nació en Moquegua HORACIO ZEBALLOS  GÁMEZ, quien fuera fundador y primer Secretario General del SUTEP, dirigente nacional de UNIR, diputado representante del pueblo y militante revolucionario del PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ (PATRIA ROJA). Lamentablemente dejó de existir físicamente antes de cumplir los 41 años; la muerte lo había abrazado con la salud quebrantada como consecuencia  de la secuela represiva a la cual había sido sometido permanentemente por la dictadura militar, especialmente en la época de Morales Bermúdez: persecución  implacable, encarcelamientos, torturas, confinamiento en el Sepa, deportaciones, constante vida clandestina, atropellos morales y psicológicos sin fin. La gran burguesía  logró su objetivo de liquidarlo corporalmente, pero el pueblo lo elevó a la galería  de los héroes populares, ocupando un sitial digno en la historia que nunca lo olvidará.
 
Y en su memoria, nosotros queremos hacer una remembranza de aquel líder extraordinariamente  carismático, apreciado, querido y seguido por las masas y  muy especialmente por los maestros.
 
Este hombre de carne y hueso conocido de cerca y tratado por nosotros, hoy se afirma en nuestra memoria como un real ejemplo de lo que debe ser un revolucionario, y a la vez se perfila cada vez más, como una figura legendaria ante las nuevas generaciones populares. Este hombre, en los momentos de lucha alentaba a las masas con su oratoria frenética y simultáneamente poética: enardecía a los millares de manifestantes contra la dictadura militar y también contra los amarillos y boicoteadores de la huelga como han sido siempre los apristas. Y al mismo tiempo cautivaba con hermosas metáforas arengando a las bases proseguir las movilizaciones, la huelga, la  lucha. Intolerante la mayoría de las veces e irónico fino en otras, Horacio combatía en calles y plazas al enemigo; y, en los necesarios diálogos  con los gobiernos de turno, fue inflexible en los principios clasistas del SUTEP y hábil táctico en los tratos directos, con alternativas acordes al mandato de las bases, sin caer jamás  en la traición  o entendimientos dudosos a espaldas del magisterio. Su práctica fue  siempre "todo con las masas, nada sin ellas".
 
Su vida personal sencilla, fue un calvario creado por el enemigo de clase, pero con la frente alta  y mirada firme, con el respaldo de decenas y decenas de miles de maestros siguió adelante, guerreando en todos los terrenos, inclusive estando en la prisión deba mensajes escritos para que las bases continuaran en la brega. El gran Horacio, en la intimidad con sus camaradas, colegas y amigos, se mostraba como un hombre de hablar pausado, con el inconfundible acento arequipeño, mirada fija, melancólica pero penetrante, divertido en las bromas, inmensamente noble cuando se le confiaba algún problema personal, y como todo ser humano, que no se preciaba de falsas posturas, ni de actitudes pedantes, bebía con el maestro anónimo, con el obrero y campesino se confundían  en la copa del juramento por la revolución. Con nosotros, palabras convincentes, a veces duras; con las maestras, cariñoso, exquisito y respetuoso galante; con los niños, tierno, suave, educador.
 
Estudió su primaria en el distrito de Corumas, provincia de Mariscal Nieto en el departamento de Moquegua. Los estudios secundarios los hizo en el colegio de La Libertad que fue fundado por Simón Bolívar. Posteriormente  en Arequipa  cursó estudios de Pedagogía  en la Universidad San Agustín, titulándose como maestro primario. Ya en los claustros universitarios  fue presentándose  con gran capacidad como dirigente gremial y espíritu intransigente en la lucha estudiantil.
 
Al salir de las aulas universitarias se integró con entusiasmo al magisterio con ideas pedagógicas renovadoras; y en lo sindical, comprendiendo la necesidad de contribuir  a la superación de la dispersión gremial por niveles, se esforzó por coadyuvar  al logro  de lo que sería luego el gran SINDICATO ÚNICO DE TRABAJADORES EN LA EDUCACIÓN (SUTEP) clasista y combativo, fundado en el Cuzco el 6 de julio de 1972. En este congreso de  fundación, Horacio Zeballos, robusto, vigoroso de salud es elegido Secretario General, presidiendo desde entonces heroicas jornadas de lucha. De allí para adelante la historia de Horacio, representando los intereses  del magisterio y peleando al lado del pueblo, es la historia del SUTEP.
 
Veámoslo ahora en una faceta poco conocida: humano de verdad, amante de la naturaleza y primoroso poeta en toda circunstancia.
 
Estando en prisión en 1979, cuando el SUTEP desarrollaba una prolongada huelga, Horacio, maltratado, enfermo cada vez más, no sólo enviaba mensajes  a sus bases, sino su alma cantaba versos revolucionarios que se plasmaron en un bello libro ALEGRÍAS DE LA PRISIÓN.  Versos de amor por una vida nueva para la humanidad:
 
"Tu belleza y amor nos unen
Si buscamos al hombre nuevo
forjémoslo  con rosas y acero"
 
Su apego por la naturaleza:
 
"El parque rubio de calor observa
En algunas mariposas mis risas infantiles"
 
Su vocación combativa:
 
"Así como al sentimiento sucede la flor
quiero transformar el mundo"
 
Su espíritu fraterno con el colega:
 
"Maestro
en tu libro de lucha
he aprendido
que no traicionar es un mandato"
 
Y estando  preso les cantaba a sus captores:
 
"De los presos soy el último
dadme por descontado en las filas del encanto
De qué les sirve mi cuerpo
Si el corazón lo tengo libre"
 
Como dice Oscar Valdivia Ampuero: "Sorprende por eso que Horacio Zeballos haya escrito un libro de poemas que lejos de proponer una visión amarga y pesimista de la vida, un retorno angustioso a las desesperanzas o una vasta imprecación a los males e injusticias de la sociedad burguesa, se eleva más bien  como un canto de amor hondo y verdadero. La voz de Horacio  Zeballos, al revés de lo que pudiese esperarse, se distiende y vuelve dulce y esperanzadamente hacia los seres, las cosas y los actos sencillos de la vida".[1]
 
Nosotros, sus camaradas del PC del P, pensamos que el mejor homenaje al recordado Horacio, es movilizarnos y luchar resueltamente por lo que bregó siempre Horacio Zeballos Gámez: un magisterio reivindicado, una patria justa, justa, libre  y soberana en un mundo fraterno, lo cual se logrará sólo a través de la revolución democrática, nacional y popular en camino al socialismo.
    


[1] Horacio Zeballos, 1980, ALEGRÍAS DE LA PRISIÓN, Presentación  escrita de la obra, Ed. Obramundo, Lima, Perú. 


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