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domingo, 8 de diciembre de 2013

CHILE: DE LA CONCERTACIÓN BURGUES A LA RESISTENCIA POPULAR

José Ramos Bosmediano, miembro investigador de la Red Social para la Escuela Pública en América (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP (Perú), Profesor de Filosofía y Ciencias sociales.

 

 

 

Cuando estaba escribiendo las últimas páginas de este libro, leí una noticia que me reafirmó que no hay impedimentos biológicos o culturales por los cuales los países latinoamericanos no puedan entrar en el Primer Mundo.  La noticia, de la agencia EFE, estaba fechada en Santiago de Chile, y su título decía; "en Chile ya se contratan créditos a cuarenta años".  Según el cable noticioso, el Banco BBVA, controlado por el grupo español Bilbao Vizcaya Argentina , estaba anunciando el lanzamiento de sus nuevos préstamos hipotecarios, al igual que en Gran Breña, Japón y España." (OPPENHEIMER, Andrés.  2006.  Cuentos chinos.  El engaño de Washington, la mentira populista y la esperanza de América Latina.  Editorial Sudamericana.  Buenos Aires.  Pág. 343).

 

Oppenheimer, uno de los más entusiastas propagandistas del neoliberalismo en América, con epígonos en el Perú como es el caso del también periodista Jaime de Althaus que acaba de publicar un libro con un título falaz , La revolución capitalista en el Perú, debería de reelaborar su libro, por lo menos en lo que atañe a Chile, pues está en curso una nueva incursión de las masas desposeídas contra ese modelo económico que, para alegría de todos los Oppenheimer, puede permitir créditos "a cuarenta años".  Lo que no podrían señalar estos profetas de la prosperidad neoliberal es que esos créditos sólo pueden ser posibles para un grupo insignificante de la población y no para la gran mayoría de los chilenos.  Pero la cita revela también la evasión gnoseológica del autor al referirse a la supuesta ausencia de "impedimentos biológicos o culturales" para que los países latinoamericanos "no puedan entrar en el Primer Mundo".  Esta afirmación esconde el hecho incontrovertible de que dichos impedimentos están relacionados con otros de mayor determinación, como son los impedimentos económicos y sociales.  Si solamente tuviésemos que medir el potencial de desarrollo humano desde el lado biológico y cultural, tuviésemos que esperar pacientemente que todas las culturas y todas las poblaciones lleguen no solamente al "primer mundo" sino, incluso, al paraíso.  El "cuento chino" de Oppenheimer consiste en depositar todas las esperanzas de progreso y desarrollo para Latinoamérica en la asunción del programa capitalista que hoy se presenta, desde hace más de 20 años, como programa neoliberal.

 

LOS PANEGIRISTAS DEL "EJEMPLO CHILENO" EN EL PERU

 

Después del golpe de Estado del 5 de abril de 1992 por esa vil dupla Fujimori-Montesinos, acompañada por una costra militar y otra  de burguesía intermediaria que sigue gobernando con el Presidente García Pérez, el "ejemplo chileno" se convirtió en la muletilla propagandística para justificar y explicar la aplicación del modelo neoliberal con las privatizaciones de las empresas estratégicas del Estado, con la apertura al mercado de los servicios sociales de seguridad social, educación, salud, transportes y hasta de los bienes culturales del Estado.  Numerosos funcionarios y hasta ministros del fujimorismo viajaron a Santiago de Chile para "beber" de la fuente "exitosa" del neoliberalismo chileno que inició y aplicó, con sanguinarios métodos, el dictador que tuvo la suerte de morir sin ser sentenciado por su crímenes ni por sus latrocinios.  Quienes nos opusimos a ese programa económico neoliberal, desde nuestras responsabilidades en ciertos niveles de dirección política, sindical y popular, simplemente fuimos tachados como "radicales", "subversivos" y  hasta de "terroristas", cuando no como "retrógradas" que nos oponíamos a las bondades del libre mercado. 

 

Menos mal que el PNUD de la ONU ha venido señalando, año tras año, que uno de los países más desiguales de América Latina –el otro es Brasil- es Chile, con una distancia abismal entre los más ricos y los más pobres, calculando a estos últimos como en 5 millones para una población de 15 millones de habitantes.  ¡Nada insignificante, mi querido Watson Oppenheimer!  Y esa desigualdad no es, por supuesto, producto de diferencias biológicas y culturales, pues estas diferencias existen (desnutrición y bajos niveles de escolaridad para el 40 % de niños y adolescentes, como dijo la Presidenta Bachelet en su campaña electoral del 2006) y dependen de esas diferencias en la posesión de los bienes y servicios para la satisfacción de las necesidades humanas.  El programa de Pinochet no podía resolver este problema, como no lo ha podido resolver el ya largo período gubernamental del partido de la Concertación, gran partido conformado, en su cúpula fundamental, por dirigentes adaptados al programa del Consenso de Washington, bajo la hegemonía del gran capital que solamente al Perú ha traído para seguir ganando a montones más de 5 mil millones de dólares (US$). 

 

Los neoliberales peruanos creyeron que ellos también tenían todo el derecho de promover la inversión extranjera para beneficiarse, como lo han hecho a lo largo de la vida republicana, produciendo solamente la continuidad de un país dominado por el capital extranjero y usurpando el derecho de la gran mayoría de la población al progreso, incluso a un salario medianamente adecuado para los trabajadores y sus familias. 

 

DE LA CONCERTACIÓN A LA RESISTENCIA ACTIVA

 

Toda alianza o frente político es posible cuando se trata de enfrentar a una dictadura criminal como la de Pinochet.  La Concertación chilena de los 90 nació con ese propósito.  Pero hubo dos tendencias fundamentales.  Una, la que estaba ligada de alguna manera a la experiencia socialista de Allende y de las grandes luchas sociales de los comunistas chilenos y del proletariado chileno (recuérdese la matanza de Santa María de Iquique de 1907, un siglo ha).  La otra, la pragmática posición de la burguesía chilena que actuó en dos frentes, en la Concertación a través de la Democracia Cristiana, que apoyó a Pinochet, y en el partido del neoliberalismo más extremo que ha venido perdiendo todos los procesos electorales.  La Concertación tuvo de positivo romper políticamente con el pinochetismo y derrotarlo, pero no rompió en nada con el programa económico.  Lo que ha hecho la concertación, en el plano de la economía de las políticas sociales, es dar continuidad al programa neoliberal para consolidarlo en aras de la modernización, del flujo de inversiones, del crecimiento del PBI y de la Balanza Comercial y de Pagos.  No tocó, en lo fundamental, las políticas sociales, especialmente las de la seguridad social (las AFP "modelos") y la educación, problema éste que ha llevado, desde el 2006, al desarrollo de luchas estudiantiles y docentes contra la baja calidad de la educación para la mayoría de los niños y jóvenes chilenos.

 

En Chile, pues, el partido de la concertación, si bien es cierto que ha roto con parte de los condicionantes políticos establecidos por la dictadura de Pinochet – rompimiento tardío, como se sabe, en asuntos constitucionales, no se ha dado un distanciamiento en la aplicación del programa neoliberal.  Se ha producido en Chile, en los últimos 17 años, la consolidación de ese programa y, por lo tanto, hoy vuelve a salir el viejo topo de la lucha de clases para pedir cuentas y para impulsar una nueva etapa de lucha, si es que los líderes fundamentales del socialismo y del comunismo chilenos asumen su responsabilidad histórica.

 

VIVA LA LUCHA DEL PROLETARIADO CHILENO

 

Seguramente que la burguesía chilena empezará a denigrar de los que desde el 29 de agosto están luchando en Chile contra las aberrantes políticas neoliberales.  Por de pronto ya hay muchos detenidos y Michelle Bachelet no admite que el fracaso de su gobierno es el resultado del fracaso de su programa económico.  En su partido, el Socialista, puede abrirse dos caminos: continuar con el neoliberalismo, o romper con él  e iniciar un nuevo rumbo, muy difícil si se mantienen reacios a aliarse con la fuerzas revolucionarias de Chile.

 

En el fondo de la lucha actual de Chile está la tradición proletaria de ese país que desde la década de los 20 daba ya ejemplos de lucha por el socialismo.  José Carlos Mariátegui, desde el Perú, ha valorado esa trayectoria de lucha. 

 

Para el pueblo peruano, víctima también del programa capitalista neoliberal que hoy desarrolla con inusitada alegría el gobierno aprista, la lucha actual de los trabajadores y del pueblo chilenos debiera de servir como advertencia del camino que significa proseguir con el programa que ha dejado Fujimori y la burguesía peruana, una clase subdesarrollada en un país subordinado al imperialismo.  Toda la derecha peruana, unificada hoy tras el gobierno aprista, carece de un proyecto diferente al que hoy ha profundizado más las diferencias entre oprimidos y opresores.  Su propósito hoy es consolidar el programa neoliberal, con más inversiones extranjeras, menos capacidad del Estado para planificar el desarrollo del país, firma del TLC con Estados Unidos.  ¿No se recuerda, acaso, que a México le auguraron su marcha victoriosa hacia el Primer Mundo para que firmara el TLC con Estados Unidos y Canadá?  Hoy le construyen un muro para que su población, más pobre que ayer, no "invada" la tierra de Bush.

 

Pero hay que tener la convicción suficiente para defender la causa de los desposeídos en medio de la hegemonía ideológica y política de quienes consideran que los términos de "clases sociales", "explotados y explotadores", "oprimidos y opresores", etc., ya han perdido vigencia.  Los enemigos de la lucha de clases no se cansarán de culpar de la lucha de los trabajadores chilenos a los comunistas ni de enviar más policías armados para masacrarlos y detenerlos con el único propósito de defender su "estado de derecho", es decir, sus engordadas billeteras.  Ni más ni menos que la política de "seguridad" del gobierno aprista en defensa de los inversionistas mineros y de  hidrocarburos. 

 

Lima, 31 de agosto del 2007

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