
Desde que a comienzos de la década de 1990, recién en Essen (Alemania) entramos en contacto directo, a José Dámaso Ramos Bosmediano se me ocurrió llamarle «Sangama». «¿Por qué?», me preguntó. «Porque tus discursos», respondí, «familiares a mis oídos desde los primeros años de la década de 1980, suenan...