Lic. José Ramos Bosmediano, miembro investigador de la Red Social para la Escuela Pública en América. Ex - Secretario General del SUTEP.
LA INDEPENDENCIA DEL PERU 1821-1824
La independencia que celebramos los peruanos todos los 28 de julio tiene, en lo fundamental, la misma significación para todos los pueblos que aún mantienen los problemas nacionales que esa primera independencia no pudo resolver. En primer lugar, el problema de la soberanía del país respecto al poder extranjero. En segundo lugar, el establecimiento de una democracia para las mayorías nacionales. En tercer lugar, el desarrollo de una economía independiente sobre la base de nuestras propias potencialidades y no supeditado al capital extranjero o a la "ayuda externa" que tanto invocan las clases dominantes. En cuarto lugar, la existencia y plasmación de un proyecto propio de desarrollo bajo la conducción de una clase dirigente. En quinto lugar, la liberación de las vastas masas campesinas, incluidas los grupos étnicos originarios, sujetas al dominio terrateniente, convirtiéndolas en protagonistas y beneficiarias de una reforma agraria al servicio del desarrollo del país y al bienestar de estas masas, lo que hubiera constituido, además, un buen soporte para la industrialización y la independencia alimentaria del país.
La primera independencia no ha sido, pues, un proceso revolucionario en el sentido moderno de la expresión. Debió ser una revolución burguesa, pues durante las primeras y todas las décadas del siglo XIX, las revoluciones sociales tenían que ser, por las condiciones históricas, revoluciones capitalistas, por tanto, conducidas por la burguesías de cada país. En América Latina no fueron tales, pese a la influencia de las ideas revolucionarias y a las revoluciones del siglo XVIII, cuya expresión más acabada fue la Revolución Francesa de 1789 que liquidó, en lo fundamental, el dominio de la nobleza feudal e implantó el Estado burgués, capitalista, moderno.
Mucho se ha polemizado sobre las causas del carácter inconcluso de las revoluciones independentistas en nuestros países. Sin negar la influencia de los factores externos, hoy tenemos más claridad sobre el factor interno determinante: la inexistencia de una clase dirigente con suficiente interés, conciencia y capacidad suficientes para cumplir las tareas democráticas y nacionales que hemos señalado. Al contrario, las burguesías carecieron de conciencia patriótica y de proyecto nacional. En la mayoría de los países eran propietarias latifundistas o gobernaban con el gamonalismo.
Con toda razón la revolución cubana significa la segunda y definitiva independencia de la patria de Martí. Por esa misma razón hoy han surgido procesos de transformación en algunos países latinoamericanos que se enfrentan al poder imperialista y a las burguesías de cada país aliadas de aquél, que luchan por conquistar la soberanía nacional, por defender su derecho a decidir su propio destino.
En el Perú, la segunda independencia es la gran tarea estratégica para dotar al país de un nuevo rumbo histórico que resuelva los grandes problemas nacionales y construya el socialismo.